martes, 28 de agosto de 2012

Reflexiones diarias para ti.

Reflexiones diarias para ti.


Aceptación de sí mismo

Posted: 27 Aug 2012 11:30 PM PDT

El hombre, es corona de la Creación. El hombre refleja la imagen de Dios en él. El hombre es la máxima expresión del poder de Dios; aunque dañada y deteriorada la imagen del Señor sigue vigente en cada ser humano, sin
importar que sea hombre o mujer, sabio o indocto, rico o pobre y sin importar el color de su piel.

El hombre ha sido coronado de honra (vr. 5). Posee un alma viviente= consciencia, inteligencia, sabiduría, voluntad, emociones y sentimientos, que ningún otro ser creado posee y, mucho menos los animales, los cuales actúan por instinto.

Dios tiene memoria de él, (vr. 4). El Señor conoce a cada persona por nombre y su mirada está fija en él. También, está atento a sus necesidades; Dios nunca olvida a ninguna persona aunque ésta sí se olvide de él.

El Creador lo visita, (vr. 4 b).Dios visita a la humanidad para colmarla de bendiciones abundantes, por eso los campos productivos, la inmensa gama de animales con los cuales el hombre se alimenta y el hombre disfruta la visita de Dios a nuestro mundo.

Ejerce señorío sobre la obra de Dios, (vr. 6). El hombre es conquistador de las montañas, los mares, la selva, el desierto y hasta del espacio exterior. Echemos una mirada a la tecnología y estaremos de acuerdo que el hombre
creado por Dios ha inventado cosas sorprendentes y majestuosas: ¡Eso es imagen de Dios en él! Todo está bajo sus pies: Autoridad, dominio, poder. El hombre ha sido bendecido con la capacidad de gobernar lo que Dios le ordenó ¡Sobre todo lo creado!

Dios creó tu cuerpo, tu alma y tu espíritu, eres la imagen misma de Dios. Cuida tu cuerpo, hoy día cuando el mundo promueve una estética y filosofía de acuerdo a sus intereses económicos y filosóficos, no precisamente para
bienestar de la persona sino que en muchas ocasiones para dañarla, es que tú tienes que recordar que existe un Creador y Él está interesado en tu propia aceptación, tú desarrollo como persona y en la felicidad que encuentras en él quien es tu Señor.

La Biblia transmite los valores esenciales de la vida que Dios quiere que vivamos en este mundo que él creó para que seamos felices. No permitas que la política, la economía, la comercialización, la filosofía y el diablo te engañen: Tu cuerpo es ¡Templo del Espíritu Santo!

Es a través de tu cuerpo que le rindes a Dios el culto racional. Tu cuerpo como un sacrificio vivo, santo y agradable al Señor. Muchos cristianos aseguran que el cuerpo de nada sirve ante Dios, puesto que a él le interesa nuestra alma, sin embargo, en Romanos12:2 y otros pasajes bíblicos descubrimos que nuestro cuerpo sí le importa, sobre todo, le quiere que cuidemos, santifiquemos y demos buen uso a la parte visible de nuestra naturaleza humana.

Tal vez no consideres este tema como algo muy espiritual. Aparentemente no lo es, sin embargo, sí lo es, puesto que ninguna persona puede ser espiritual con un cuerpo descuidado, enfermizo y hasta posiblemente, en pecado.
Pero un cristiano que cuida de su cuerpo y lo santifica al Señor es alguien espiritual, alguien que vive una comunión especial con Cristo y su vida es guiada por el Espíritu.

Enviado por Hermilo Rojo Venegas


viernes, 24 de agosto de 2012

Reflexiones diarias para ti.

Reflexiones diarias para ti.


El Libro de Dios

Posted: 23 Aug 2012 02:45 PM PDT

Una misionera en Africa vio a un hombre desconocido vestido de pieles que venía con una cabra. El depositó su lanza en el suelo, amarró a la cabra, y le preguntó: “Señora blanca, ¿acaso ha llegado el Libro de Dios a nuestro país?”

Ella le dijo: “¿Está usted interesado en el Libro de Dios?”-”Sí”-, respondió el hombre: “mi hijo me trajo este pedacito de papel y me ha enseñado estas palabras: De tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito. Yo oí que el Libro de Dios iba a llegar, he andado por cinco días, y he traído esta cabra para pagar el precio del Libro de Dios”.

La misionera le entregó una Biblia, recorriendo en capítulo 3 de San Juan y enseñándole las palabras del verso 16. “¡Oh, dame ese Libro!” exclamó “y tú puedes llevarte la cabra”. Entonces, apretando el Libro a su corazón, comenzó a andar de una parte a otra, diciendo:”El Libro de Dios. El ha hablado. Dios nos ha hablado en nuestro propio idioma”.

Con gozo él volvió a su país lejano, donde ningún misionero había llegado, pero él llevó consigo el Libro de Dios.

¿Está usted tan interesado en el Libro de Dios como lo estuvo aquel pobre hombre de Africa?

Extraído de Fuego de Pentecostés Nº 225, Marzo 1948


martes, 14 de agosto de 2012

Reflexiones diarias para ti.

Reflexiones diarias para ti.


En mi auto, manejo yo

Posted: 14 Aug 2012 03:23 AM PDT

“Los limpiaparabrisas recorrían el cristal, pero me costaba mucho trabajo visualizar el panorama. ¿Debía pasarle el control a mi papá? ¡No! Era mi auto. ¿Quién, sino yo, sabía a dónde ir y por qué…?”

El tránsito ligero de la tarde me animaba a acelerar y no desaproveché la invitación. Noté la tensión de mi padre, pues se sujetó del asiento y verificó que su cinturón de seguridad se hallara bien afianzado.

El deportivo, recién salido de la agencia, volaba por el pavimento. ¡Qué suavidad al cambio de velocidades! Esto era vida. Por fin un auto nuevo, y como rezaba mi lema: «En mi auto, yo manejo».

—Papi, sé que te mueres por manejar, pero no se te olvide que tú me lo regalaste. Ya sé que cuando me diste mi primer auto no era muy buena conductora. Por tomar atajos, terminé dando vueltas sin llegar a ningún lado.

También reconozco que me he perdido más de una vez por no sacar un mapa de la guantera. Y sufrí dos accidentes, pero ocurrieron por culpa de los otros conductores. Esta vez será diferente, lo prometo. Tengo todo bajo control.
Kilómetros más adelante, esquivé un bache con algo de dificultad. Ahora mi padre pensaría que no era tan ágil.
Pero si lo dejaba al volante, él tomaría aquellas complicadas rutas que tanto le gustaban. ¡Para eso existían las súper carreteras! ¡Todo mundo las prefería!

De repente, un rayo de luz permitió que observara el camión que descendía a toda velocidad sobre el mismo carril. Ni siquiera la bocina le advertiría al chofer de la presencia de mi auto.Comenzamos a ascender una empinada cuesta. El carro se sacudió produciendo un ruido extraño. Mi padre mantuvo la vista al frente, aunque de reojo, percibí unas gotas de sudor en su frente. «Todo está bien» —me repetí. «Yo tengo el control».

La oscuridad cayó sin previo aviso. Las nubes cargadas de lluvia amenazaron la tarde con truenos y relámpagos y encendí los faros al caer las primeras gotas. Ahora sí sentía miedo.
—¿Estás bien? —me preguntó mi padre.

Le mentí. Los limpiaparabrisas recorrían el cristal, pero me costaba mucho trabajo visualizar el panorama. ¿Debía pasarle el control a mi papá? ¡No! Era mi auto. ¿Quién, sino yo, sabía a dónde ir y por qué? Durante mi niñez, él siempre había elegido correctamente. Jamás me llevó por senderos perjudiciales, aunque debo aclarar que tampoco fueron sencillos o poco dolorosos. Pero ahora yo tenía mi propio auto. ¡Había madurado!

De repente, un rayo de luz permitió que observara el camión que descendía a toda velocidad sobre el mismo carril. Ni siquiera la bocina le advertiría al chofer de la presencia de mi auto. El freno estaba atorado. A mi izquierda se hallaba un profundo precipicio, a mi derecha un muro de piedra.

—¡Ayúdame, papá!
—Pero tú estás al volante.
—¡Haz algo!
—Dame el control —me ordenó.

Me aferré al plástico y mis dedos emblanquecieron de la presión. El camión se acercaba.

—No puedo. ¡No quiero! Tú me lo regalaste. ¿Qué puedes hacer diferente?
Mi padre me encaró: —Olvidas que yo inventé el auto.

Entonces suspiré: —Maneja tú.
Y desde entonces, él conduce el auto de mi vida.

Por Kayla Ochoa Harris.
Fuente: Ministros.org


domingo, 12 de agosto de 2012

Reflexiones diarias para ti.

Reflexiones diarias para ti.


La encuesta

Posted: 11 Aug 2012 01:56 PM PDT

Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesárea de Filipo. En el camino les preguntó: — ¿Quién dice la gente que soy yo? —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas —contestaron. —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —Tú eres el Cristo —afirmó Pedro. Jesús les ordenó que no hablaran a nadie acerca de él. Marcos 8:27-30

¿Cómo van las encuestas? Unos dicen que eres un profeta, otros opinan que eres Juan Bautista resucitado, otros dicen que eres Elías que ha regresado del cielo, otros dicen que eres un gran maestro, otros dicen que eres un iluminado, otros dicen que un buen hombre, otros dicen que eres un gran sabio.

El Maestro los mira y les lanza otra pregunta ¿Y ustedes que creen? Los discípulos empiezan a mirarse unos a otros, pero ninguno se anima a hablar. Hace unos segundos todos opinaban. Es fácil hablar de los demás, es sencillo decir lo que otros piensan. Pero cuando uno es confrontado no hay escapatoria.

No se trata de un problema de identidad, Jesús no está dudando de su misión, como cuando alguien pregunta ¿Verdad que juego bien? ¿Verdad que canto bonito?

Jesús sabe perfectamente quien es, no tiene duda alguna.  La pregunta no es para satisfacer alguna necesidad en él mismo, no le interesan las "encuestas", ni la opinión pública, la identidad del Maestro no es un asunto de democracia, Jesús sabe quien es.

La pregunta tampoco es para saber quién es el que realmente lo conoce, Jesús es consiente de quien lo seguirá hasta el fin y quien lo negará.

Se trata más bien de una pregunta que nos enfrenta con nuestra identidad, ¿con quién te identificas? ¿Con Juan al bautista? ¿Con Elías? ¿Con Paulo Coehlo? ¿Con Daila lama? ¿Con el Papa? ¿Con Cristo?

Hay muchos "cristianos" que siguen a Jesús, pero ante la pregunta ¿Quién dices que soy yo? Dejan ver su pobre relación con el Señor. Hay quien lo ve como un Juez rígido, están los que lo identifican con el legalismo, hay quienes lo comparan sólo con los milagros o dones, otros con superficiales filosofías, hay quien lo ve como un iluminado más, están los que lo ve como un genio en su lámpara listo para obedecer sus decretos, están los que lo ven tan bueno que nunca mandaría a alguien al infierno.

Pedro dijo: El Cristo. Según el Evangelio de Mateo añadió: El hijo del Dios viviente. Eso identificó, a Pedro, toda su vida.  Hasta el grado de dar su vida por Él.

¿Según tu quién es Jesús?

Enviado por Alejandro Cunillé Fuentes