domingo, 27 de marzo de 2011

Reflexiones diarias para ti.

Reflexiones diarias para ti.


El tazón de madera

Posted: 26 Mar 2011 10:38 PM PDT

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacia el alimentarse un asunto difícil. La comida caía de su cuchara al suelo, y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y la nuera se cansaron de la situación. “Tenemos que hacer algo con papá”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”.

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: “¿Qué estás haciendo?”. Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que, cuando yo crezca, ustedes coman en ellos”. Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano de su padre y lo guío de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.

Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos. Seamos constructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que maneja tres cosas: un día lluvioso, el equipaje perdido y las luces del arbolito de Navidad enredadas.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

He aprendido que aun tengo mucho que aprender.

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca ¡cómo los hiciste sentir!.

Fuente: El rinconcito de Dios


Una historia para recordar

Posted: 26 Mar 2011 12:32 PM PDT

Esta es la historia que le ocurrió hace muchos años a una profesora de una escuela elemental. Su nombre era MS. Murga. Cuando se paró al frente de su clase del Quinto Grado el primer día de clases, les dijo una mentira.

Como la mayoría de los profesores, ella miró a sus alumnos y dijo que los amaba a todos por igual. Pero eso era imposible porque allí, en la primera fila, estaba un niño llamado Lolo Sánchez.

MS. Murga había visto a Lolo el año anterior y notó que el no jugaba bien con los otros muchachos, que su ropa era desordenada y que necesitaba bañarse. Llegó al punto, en que MS. Murga realmente se deleitara con un lapicero grueso de color rojo, marcando una X y luego poniendo un CERO enorme sobre las tareas de Lolo.

En el colegio donde MS. Murga enseñaba, ella tenía que revisar los registros pasados de cada alumno y puso el de Lolo para el último. Sin embargo, cuando revisó su archivo, se sorprendió.

La profesora del Primer Grado de Lolo escribió: “Lolo es un chico brillante con una sonrisa en los labios. Hace su trabajo limpiamente y tiene buenos modales… es un deleite que esté con nosotros”.

El profesor del Segundo Grado escribió: “Lolo es un excelente estudiante, bien querido por sus compañeros, pero esta en problemas porque su madre tiene una enfermedad terminal y su vida en casa debe ser sofocante.” Su profesora del Tercer Grado escribió, “La muerte de su madre ha sido muy dura para Lolo. Él trata de hacerlo mejor posible, pero su padre no muestra mucho interés y su vida en casa pronto le afectará si no se toman las medidas convenientes.”

La profesora del Cuarto Grado escribió, “Lolo está aislado y no muestra interés en el colegio. No tiene muchos amigos y algunas veces se duerme en clase.”

A estas alturas, MS. Murga se había dado cuenta del problema y estuvo avergonzada de sí misma. Ella se sintió aún peor cuando sus alumnos le trajeron regalos por Navidad, envueltos en vistosos papeles y hermosos listones, excepto el de Lolo. Su regalo había sido descuidadamente envuelto en un papel marrón, que recortó de una bolsa de los supermercados. A Mes. Murga le causó dolor abrirlo en medio de los otros regalos. Algunos de los chicos comenzaron a reírse cuando encontró un brazalete con algunas piedras faltando y un frasco de perfume a punto de acabarse, pero ella silenció las risas de los niños cuando exclamó “¡Qué bello brazalete!”, Colocándoselo y aplicándose un poco del perfume en la muñeca.

Ese día, Lolo se quedó hasta tarde en el colegio, para decirle: “MS Murga, hoy usted olía como mi mamá lo hacía en nuestra ultima Navidad.”

Después que los chicos se fueron, lloró por lo menos una hora. Ese mismo día, dejó de enseñar lectura, escritura y aritmética. Es su lugar, empezó a enseñar a los niños.

MS. Murga puso especial atención a Lolo. Mientras ella trabajaba con él, la mente de Lolo parecía tomar vida. Mientras más aliento le daba ella, más rápido respondía él. Al final del año, Lolo llego a ser uno de los chicos más destacados de la clase y a pesar de su mentira que ella los amaba a todos por igual, Lolo llegó a ser el “preferido de la profesora.”

Un año mas tarde, encontró una nota bajo la puerta. Era de Lolo, diciéndole que ella aún seguía siendo la mejor profesora que haya tenido en su vida. Pasaron seis años mas y ella encontró otra nota de Lolo. Le decía que había terminado el colegio, como el tercero de su clase, y que ella todavía seguía siendo la mejor profesora de toda su vida.

Cuatro años más tarde, ella recibió una carta de Lolo, diciendo que aunque las cosas habían sido difíciles él seguía estudiando y que pronto se graduaría en la Universidad ocupando los más altos lugares de honor. Le aseguro a MS. Murga que ella todavía se mantenía como la profesora favorita que jamás haya tenido en su vida.

Pasaron cuatro años mas y le llega otra carta. Esta vez, Lolo le explicaba que después de haberse graduado en la Universidad, había ido un poco mas allá. La carta le explicaba que ella aún seguía siendo la maestra favorita que había tenido. Pero ahora su nombre era un poco más largo, la carta fue firmada por el Dr. Teodoro F. Sánchez.

La historia no termina allí. Hubo otra carta en los próximos meses. Lolo le dijo que había conocido a una chica y que iba a casarse. Le explico que su padre había fallecido un par de años atrás y que le gustaría saber si MS. Murga podría aceptar sentarse en el lugar que en las bodas esta reservado generalmente para la madre del novio.

Por supuesto que MS. Murga lo hizo. ¿Y adivinen que? Ella usó ese brazalete, el que le faltaba algunas piedras. Y además se aseguro de usar el perfume que a Lolo le recordara a su madre cuando pasaron la ultima Navidad juntos. Ellos se abrazaron, y cuando lo hacían, el Dr. Sánchez le susurro en el oído a MS. Murga:

“Gracias MS Murga por creer en mi. Muchísimas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer una diferencia”. MS. Murga, con lágrimas en sus ojos, le respondió susurrando también: “Lolo, tu estás completamente equivocado. Tú fuiste quien me enseñó a mí, que podía hacer una diferencia. Yo no sabia como enseñar hasta que te conocí”.

Fuente: El rinconcito de Dios


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